PNUD llama a invertir más en la juventud y empoderarla para que El Salvador dé un salto en Desarrollo Humano

20 de Septiembre de 2018

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) presentó hoy el Informe sobre Desarrollo Humano El Salvador 2018 (IDHES), ¡Soy Joven! ¿Y ahora qué?”, el cual hace un llamado a invertir más en la juventud y empoderarla, para que el país alcance el desarrollo humano alto.

El IDHES destaca que a pesar de que el progreso en Desarrollo Humano de las últimas décadas ha beneficiado a la juventud, persisten brechas y desigualdades. Es imprescindible superarlas para dar un salto en desarrollo humano y lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.  Además, el Informe enfatiza que El Salvador tiene una oportunidad histórica, pues atraviesa un periodo en el que la población económicamente activa es superior a la dependiente y, por lo tanto, invirtiendo en la juventud generaría un gran “bono” económico y social para toda la población. En 2017, las personas entre 15 y 29 años representaban el 30% de la población.

Por ello, el Informe propone una nueva arquitectura de políticas públicas -multidimensional e integral-  que combina medidas de educación, empleo, equidad de género, participación, seguridad ciudadana y convivencia para acelerar los logros a favor de la juventud. El PNUD recomienda poner especial énfasis en cinco grupos que se están quedando atrás: (1) jóvenes fuera del sistema educativo y en riesgo de deserción; (2) jóvenes en transición al mercado laboral; (3) mujeres jóvenes que no estudian y realizan tareas de cuido; (4) jóvenes rurales y (5) jóvenes en riesgo por la violencia o en conflicto con la ley.

En educación, el país enfrenta una alta deserción escolar. En 2017, el 37.7% del grupo etario entre 15 y 19 años desertó del sistema educativo. La deserción es mayor en el área rural (50.3%) que en el área urbana (27.9%).  Por otra parte, la cobertura neta de la educación media es baja, con una tasa de 36.8%.

El Informe propone alcanzar la educación media universal, a través de una serie de políticas que promuevan alternativas aceleradas de finalización o certificación, con modalidades presenciales y digitales. Además, recomienda apostarle a la escuela segura, mediante el fortalecimiento de una comunidad educativa ampliada. Esto significa movilizar a diversos actores, como organizaciones comunitarias, gobiernos municipales y empresa privada, para fortalecer la escuela y mitigar los riesgos de la violencia.

Respecto a la transición al mercado laboral, solo 16.6% de las personas jóvenes que pertenecen a la Población Económicamente Activa tiene trabajo decente (2017).  Este porcentaje disminuye en el área rural, en los hogares con menores ingresos y entre las y los jóvenes menores de 24 años.

El Informe recomienda implementar un sistema nacional de pasantías; crear un sistema de intermediación laboral y apoyo al emprendimiento; así como ampliar la oferta de carreras profesionales en línea.

Las mujeres jóvenes enfrentan retos adicionales tanto en educación como en empleo. 77.2% de las personas jóvenes que no estudian ni trabajan son mujeres, muchas de las cuales realizan trabajo doméstico no remunerado. En promedio, las mujeres jóvenes dedican 25.5 horas a la semana a este tipo de trabajo, mientras que los hombres jóvenes solo 7.2 horas a la semana.

El IDHES enfatiza la urgencia de promover una cultura de corresponsabilidad en las tareas de cuido y recomienda expandir y profesionalizar los servicios de cuidado a nivel nacional.

El Informe también destaca que la juventud rural enfrenta grandes brechas, lo que se evidencia en que el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de las y los jóvenes rurales es 5.5% inferior al de sus pares urbanos.  

Solo 18.1% de la población rural de 16 años o más asiste a un centro escolar frente a un 34.9% de sus pares en zonas urbana. Además, su proceso de inserción laboral inicia alrededor de los 14 años, casi tres años antes que el de sus pares urbanos. Por ello, el IDHES destaca que es importante focalizar las medidas en educación y empleo en los territorios.

La juventud salvadoreña es resiliente

La violencia afecta directamente el bienestar de las y los jóvenes. La tasa de homicidios promedio de la población joven es 53.4% mayor que la de la población adulta en el periodo de 2007-2017. Nueve de cada 10 casos de muertes violentas tienen lugar contra hombres.

Los niveles epidémicos de violencia feminicida también afectan principalmente a las mujeres jóvenes, que representaron 44% del total de muertes violentas de mujeres entre 2007 y 2017. Las jóvenes también son las más afectadas por delitos sexuales. En 2017, 38% de casos ocurrieron contra mujeres entre 15 y 19 años.

“Esta generación de jóvenes tiene una gran capacidad y resiliencia para transformar a El Salvador en un país de desarrollo humano alto, pero enfrenta un entorno difícil de estigmatización, violencia y oportunidades laborales precarias, para realizar su potencial, sueños y aspiraciones.”, destacó el Representante Residente del PNUD, Christian Salazar Volkmann.

Aun cuando la violencia es un obstáculo para el Desarrollo Humano, el informe revela que la mayoría de las y los jóvenes son resilientes, es decir, han desarrollado capacidades para sobreponerse a las adversidades.

Uno de los aportes del IDHES es que presenta la primera Encuesta de Resiliencia Juvenil El Salvador (2016), en la cual participaron 4,320 jóvenes.  Esta analizó tres tipos de factores relacionados con la capacidad de sobreponerse a las adversidades: individuales, familiares y del contexto (espiritual, escuela y comunidad).

En una escala de 1 a 5, la resiliencia promedio de la juventud salvadoreña es de 4.37. La resiliencia es más alta en las mujeres que en los hombres y es superior en la juventud temprana (15 a 19 años), principalmente debido al involucramiento de la familia.

La encuesta también midió los niveles de participación juvenil. Solo 6.7% de las y los encuestados había participado en una o más organizaciones juveniles o comunitarias en el último año.

El Informe enfatiza que la juventud debe convertirse en protagonista de su propio desarrollo, pero no puede hacerlo sola. Para realizar las medidas que permitan que las y los jóvenes aprovechen al máximo su potencial, se involucren y se conviertan en agentes de cambio, se requiere un pacto intergeneracional pro-juventud.  

“Hago un urgente llamado al Estado Salvadoreño, los candidatos presidenciales, pero también a las y los líderes de sociedades civil, la empresa privada y las organizaciones religiosas para que prioricen a las y los jóvenes, con énfasis en los grupos más vulnerables que identificamos en el informe”, agregó el Representante de PNUD.